miércoles, 12 de septiembre de 2007

UN acercamiento antisociológico a las tradiciones acéfalas


MATAFÍSICA DEL MOVIMIENTO

Un acercamiento antisociológico a las tradiciones acéfalas




Los acéfalos podían desprender la cabeza de los hombros y colocarla en otra parte sin perder la conciencia, para ampliar de este modo sus posibilidades de percepción.

Para ellos la percepción precedía a la acción.

La acción, en su complejo filosófico, solo es posible gracias a la existencia del mundo.

El mundo en realidad es ‘los mundos’; y estos se encuentran determinados por la percepción.

Tu capacidad de percepción limita las dimensiones de tu mundo, y de tal manera limita tu capacidad de acción.




“La materia fría y quieta no lo es todo. Grande se creyó el hombre por tener manos para trabajar. Grande se creyó la mujer por ser sensible y perceptiva. Grande se cree la maquina por sus capacidades. Pero la materia les atrapa y por ello su mundo no puede ir más halla y su vida es un lento proceso en el cual su carne consume a su alma hasta la muerte.”1




Predicaban la movilidad del cuerpo como el principio de ‘la maravilla’.

El movimiento, el milagro en si, el milagro que es todos los milagros.

La transmutación de la materia, el espíritu, y los órdenes sociales como la práctica básica para alcanzar una constitución maravillosa de la realidad.

Renegaban del concepto cíclico de revolución, que gobernaba las maquinas y los estados.

Tenían en alto respeto a las aguas de los ríos, a los vientos, a las nubes y todas las formas gaseosas, a los animales que se desplazan, a los dioses que mueren y a la muerte en si.

Admiraban también al fuego como espíritu del cambio y la transformación.

Desdeñaban los conceptos de rapidez, lentitud y novedoso. Utilizaban en sus ecuaciones matemáticas la variable de ‘intención de desplazamiento’., centrando su atención en el universo propio de cada movimiento.




Decían que todos pasábamos por ser tierra para llegar a la vida y para irnos de ella. Pero en vida debemos ser agua, fuego o aire, pudiendo alternar entre estos por épocas.

A raíz de ésta división se creo la primera rama interna que luego desembocó en cuatro ramas.

La primera rama se denominó ‘de la fertilidad’. Estas y estos, adoradores de la tierra, creían en el cambio a partir de la quietud. Algún día, como toda piedra, como toda tierra, la quietud desencadenará en movimiento. Deslizamiento minúsculo o tsunami, terremoto o estallido volcánico. Lo aparentemente inerte, lo aparentemente sin voluntad, ejerce su voluntad sorpresivamente. La quietud te entrega al caos y sus resultados son siempre indeterminables. Y el movimiento es el resultado de esa ecuación entre la quietud el elemento terrestre y el caos. No existe ningún resultado sin que se operen cambios. Y como la realidad es todo resultado, es todo cambio. Y las ecuaciones son posibles solo en virtud de que existimos en este preciso mundo. Aquí germina la vida. La vida es todo resultado.




En ésta segunda era la secta fue denominada como ‘los elementales’.

En su primera época no tuvieron una denominación estable. Fueron conocidos como un grupo de alquimistas o locos que adoraban el cambio, estudiaban la química, la física, las matemáticas, la biología, la arqueología, la sociología y una parapsicología bastante cercana a la psicología, la antropología y la medicina.

Recién en su segunda época, los elementales, tuvieron a sus primeros seguidores. Los cuales llegaron después que ellos realizaran proezas tales como: La de combustionar espontáneamente (la rama de Elías), volar, planear y levitar con mucho viento (la rama del verbo), Meditar en la más absoluta quietud durante días hasta, con el más mínimo movimiento desencadenar un terremoto o un temblor (la rama de la fertilidad), y moverse con la rapidez y fluidez del agua (la rama mojada). Ya muchas veces se les había visto practicar extraños ritos para controlar los elementos con mucho éxito: salvando cosechas del granizo, calmando incendios, influyendo en el viento y la fertilidad de la tierra. Pero recién, tras que expusieron estas proezas, fueron considerados ellos mismos como ‘los elementales’.




Fue en una de las prácticas de los miembros de la rama mojada que un discípulo descubrió la posibilidad de mover tu punto de encaje.

El punto de encaje sería como la puerta que hay en tu conciencia o alma, o aura, o burbuja de luz, a través del cual percibes el mundo. Este punto está directamente alineado con la cabeza. Si pierdes la cabeza el punto de encaje no tiene un canal por el cual mantener su flujo de percepción y tu capacidad de percepción se dispara. El discípulo, en un baile complejo en honor a la tormenta, desprendió accidentalmente su cabeza del cuerpo y la volvió a poner en su lugar con tal rapidez que no sufrió ninguna herida. En esos segundos el discípulo percibió miles de cosas inimaginables e incomprensibles para un hombre sin cabeza.

Así se inauguró la tercera época y la definitoria para la secta de los elementales que, a partir de entonces, serían denominados como los acéfalos o los sin cabeza.




Todos los miembros del culto sabían ya de la existencia del punto de encaje y de la posibilidad de que este se desplace permitiendo la percepción de otros mundos. Pero esto, sabían, era posible tan solo en el sueño. Y eran instruidos desde temprana edad en el arte de dormir lucidamente. La novedad fue que la cabeza era el segundo punto que hacía posible la existencia del conducto de percepción. Recién los matemáticos comprendieron que un punto necesita de otro punto para proyectar una línea y de tal modo estabilizar una relación. De lo contrario un solo punto no proyecta una línea. Su diagrama de proyección es igual a un asterisco. Es decir parece como si explotara. Y nuestros mundos, nuestra percepción y nuestra acción, están gobernadas por fibras de movimiento que hacen posible la estabilidad de la percepción y la realidad en un universo en movimiento. En tanto que las fibras son lo único que existe y una línea no es un montón de puntos quietos y alineados; la realidad está compuesta por líneas que están compuestas por infinitos puntos que no están quietos, si no van de un punto al otro sin cesar. Una realidad compuesta por puntos estáticos sería una realidad inestable. La quietud de los puntos sometida al caos daría como resultado la inestabilidad. Un punto solo y quieto, sin relaciones, tiende a ser un asterisco. De ahí que la bomba atómica provenga del átomo y la nuclear del núcleo. Divide y vencerás significa divide y se vencerán a si mismos. La individualidad como principio atomizador. La depresión del aislamiento como principio de la inestabilidad del espíritu. La locura por soledad como el intento de nuestra alma o conciencia por explotar.




Entonces comprendieron que si bien era posible mover el punto de encaje esto era en demasía complicado y peligroso. Más fácil era mover el otro punto de línea, la cabeza. Y en tanto ambos puntos están relacionados al mover la cabeza estimulas el punto de encaje y gracias a que toda la línea puede llegar a desplazarse. Cuando el discípulo se quitó la cabeza no desplazo su punto de encaje, ni creo un nuevo canal de percepción. Simplemente desarticuló el canal y creo un desborde de percepción. Sin lugar a dudas si el discípulo hubiera tardado un instante más en devolver la cabeza a su lugar se hubiera vuelto loco, hubiera muerto y probablemente explotado. Tres generaciones de devotos fueron necesarias para dominar los elementos y convertirse en los elementales, semi dioses. Dos generaciones bastaron para ejercer con sabiduría su posición en el mundo y descubrir las posibilidades de la acefalía. Pero cuatro generaciones fueron necesarias para que lleguen por fin a ser los acéfalos, dioses sin cabeza.




Llegaron a mover su cabeza a gusto. Desprenderla de sus hombros y percibir el aleph 0, era el primer rito de iniciación2; un pequeño desborde de percepción como prueba de lo posible. Luego aprendían a desprender la cabeza del cuerpo sin percibir nada, anulando al mundo. Luego eran instruidos en extraños movimientos, bailes para llevar la cabeza de un lado a otro de tal modo de ir estimulando la elasticidad de el conducto de percepción. Luego, cuando el conducto cuando el conducto ganaba elasticidad, aprendían un rápido movimiento gracias al cual el movimiento del conducto desplazaba al punto de encaje sin perder el contacto entre ambos puntos. Llamaban a esto aprender a percibir como una serpiente halada de dos cabezas.




En esas cuatro generaciones la secta perdió un considerable número de devotos que se convirtieron en meros adoradores de los elementos o brujos parcialmente estafadores a sueldo. Los que se quedaron fueron los que se entregaron ciegamente a las prácticas de la acefalía. Durante tres generaciones casi se olvido a los elementales. Poco a poco empezaron a volverse un mito. Nació también una profecía: “Los humanos que se hicieron gigantes volverán a caminar en el mundo, pero ésta vez el mundo ya no será el mundo y ellas y ellos ya no serán ellas y ellos.”3 Se intento dar diversas interpretaciones a estas profecías, la mayoría rayanas en el delirio. Pocos esperaron el día. La mayoría siguió su camino enceguecidos por el poder que los elementales habían dejado en sus manos gracias a la manipulación de los elemento.




Finalmente los acéfalos aparecieron públicamente cargando en una mano su cabeza y en la otra un símbolo de la rama a la que pertenecían: unos llevaban una llama de fuego, otros un vaso de agua, otros una piedra o una flor y otros emitían sonidos y conjuraban al viento con el movimiento de sus dedos. El resultado, el impacto en a población, derivó en un proceso de enloquecimiento social. Muchos intentaron adorarlos sin saber como. Otros se cortaron las cabezas, terminando como sacrificios inútiles por una causa incierta. Gran cantidad los siguieron por donde fueron. Vagaron por el mundo durante tres años realizando prodigios y extendiendo el enloquecimiento social. Las ciudades y poblaciones entraron en decadencia. Nadie se dedicaba a sus vidas cotidianas, todos estaban obsesionados con ellos y ellas y abandonaron todo para seguirles en su camino o morir perdiendo como ellos la cabeza.




Pasados los tres años desaparecieron. La gran decadencia de ésta civilización estaba en proceso. Entonces cataclismos, enloquecimientos de las fuerzas naturales, se desataron. Algunos argumentaron que se trataba de la ira de los dioses sin cabeza que se habían marchado finalmente incomprendidos. Otros dijeron que se trataba simplemente de su capricho, que destruían a la humanidad por que la consideraban innecesaria o superficial ahora que ellos existían. Lo cierto es que la humanidad no desapareció. Tan solo cayó una civilización y la humanidad tuvo que aprender de nuevo y empezar de cero.




Hasta ahora los científicos habían ignorado la historia de los acéfalos y de la civilización de la que formaron parte, porque sencillamente no existen datos fidedignos de ellos. Tan solo existía una misteriosa tabla con jeroglíficos hasta ahora indescifrables que se sabe proviene de ésa época4. Es por eso que estos cientos de años significaron hasta hoy en día un gran vacío en nuestro relato del tiempo: la historia. Éste vacío se pudo llenar gracias a un solo hecho. Desciframos los jeroglíficos. Descubrimos en las tablas las sagradas instrucciones para desplazar la conciencia en el tiempo. Aprendimos el arte y lo utilizamos.




La conciencia parte por ser la noción de existencia que tenemos. En base a ella percibimos, pensamos y actuamos sobre el mundo. Vista en mayor profundidad la conciencia es el alma, es decir, es el fruto de las energías que interactúan en nuestros cuerpos para dotarlos de vida. Esas energías no operan dentro nuestro, sino a través nuestro. Así sus flujos crean como un gran pulpo de lazos que se podría denominar luminosos y que son como las raíces espirituales de todos los seres. La suma de estos lazos conforma, por lo menos alrededor del cuerpo humano, una esfera ovalada conforma de huevo luminoso. No somos solo cuerpo. Somos cuerpo y alma, es decir ejercicio de la conciencia usando como soporte material al cuerpo y ejercicio del cuerpo usando como soporte energético el alma. Desplazar la cabeza de lugar es jugar internamente con la burbuja. Desplazar el punto de encaje junto al conducto de percepción es permitir la percepción de otros mundos y el flujo de otras energías lo cual deriva en un sencillo mejoramiento de la capacidad de movilidad del ser. Ser la esfera, moverse y actuar con la esfera, es decir nacer y existir es lo más difícil. Desplazar la percepción y la capacidad de acción hacia otras dimensiones es como pasar de gatear a caminar erguido. Pasamos de un mundo unidimensional a uno multidimensional pero la conciencia sigue atada a la inercia del movimiento del tiempo, condenada al presente. De tal modo no existen ni pasado ni futuro, son solo débiles desplazamientos de la conciencia en su dimensión perceptiva sobre lo que fue y será presente. Existen la historia y las profecías, pero solo como una vaga forma de percepción que es inútil para la acción. La acción solo es posible en el presente.




“Algún día, dice la tabla hacia el final, los que caminamos sobre la tierra usaremos estos conocimientos para aprender a actuar en el pasado y en el futuro. Y entonces nos habremos vuelto, por fin, infinitos.”




La tabla concretamente enseña a desprender la cabeza de los hombros abandonándola sobre los lazos luminosos de la voluntad (camino hacia el futuro) y de los sentimientos (camino hacia el pasado). La cabeza flotando sobre estos lazos los convierte en conductos de percepción. El punto de encaje, siempre abierto al infinito, no se desplaza, pero e convierte en una ventana temporal sobre el mundo en el que se realiza el ejercicio. La voluntad de las cosas permite percibir el futuro. Los sentimientos de las cosas permiten observar el pasado. Con mucho esfuerzo y a duras penas hemos logrado que un miembro del instituto desprenda por instantes su cabeza de los hombros. Otros transcribimos detalladamente las descripciones que él hacía en cada viaje. Únicamente nos hemos aventurado sobre los lazos del sentimiento. Hemos descubierto así l a verdad de que los amores responden a relaciones en otras vidas5, la imposibilidad de un karma que dure más de tres encarnaciones, la veracidad y salacidad de muchos postulados históricos y, sobre todo, hemos construido un delicado relato sobre la historia de la civilización de los acéfalos6. Se trata de una cuidadosa enciclopedia de una civilización. La primera construida en base a la técnica de investigación de viaje en el tiempo. La monumental obra a la que introducimos al lector o lectora con este breve acercamiento a las tradiciones acéfalas.




Más adelante, en el volumen decimotercero, en el noveno capítulo, abordaremos recién cual fue el destino de los dioses sin cabeza. Su verdadero destino. El subtitulo tercero “El mito del dios dormido” que se encuentra en el séptimo capítulo del tercer volumen, servirá para comprende la paradoja final que presenta este libro.

Es justo que la civilización haya desaparecido si sus dioses han desaparecido. Si los acéfalos lograron hacerse infinitos tuvieron que borrar sus huellas del paso por el mundo. Un dios eternamente divino no puede haber sido algún día un humano. Su ascensión habría terminado de borrar a su civilización. Razón por la cual nuestros relatos pueden legar a ser tomados como simples fantasías. Seria justo. Pretendemos relatar la historia de seres que probablemente nunca existieron, pero que sin embargo pudimos percibir y describir su historia. No pretendemos decir que ésta civilización fue cien por ciento real. La realidad es un proceso en construcción. Nuestros relatos son solo teorías. Sirvan para hacer fantasear o para ser creídas y construir una realidad entorno a ellas. Existimos, nos manifestamos, en un estado intermedio entre lo real y lo irreal. Cualquier cosa que exista en el pasado o el futuro tiene que crearse y ser aceptada, conseguir un lugar en nuestro presente. Absolutamente todo es posible.







MaTaFÍsifA

del

mOviMiento

Un acercamiento antisociológico a las tradiciones acéfalas

( antisociología palomita)




al Hobbit, al chala ermitaño y al barco ebrio.




Abril del 2007

Tiempo de la cosa nostra.




Ediciones ACEFÁLIA

ancianochiquito@hotmail.com




1 Primer Volumen. Capitulo cuarto “La Alquimia Más Halla de la Materia”, Pag 216.

2 ¿Cuántos puntos hay en una línea? ¿Cuántos puntos hay en un plano? Cuantos en una forma cúbica conformada por líneas y planos? El Matemático Cantor consiguió desarrollar las ecuaciones necesarias para calcular la respuestas de estas preguntas. Y la respuesta es el infinito, una cantidad infinita d puntos es necesaria para una línea, un plano, una figura conformada por estos. El aleph 0 es este nivel de infinito. Un nivel que se percibe ante la sola noción de que el universo entero está reflejado en cualquier parte del universo.

3 Los capítulos del segundo al quinto del decimotercer volumen de nuestra enciclopedia están dedicados a está época de mitificación de los elementales y sirven a modo de introducción para contar su nueva aparición como acéfalos y su destino final.

4 La tabla puede ser observada hoy en día en el Museo de Objetos Raros de la Montaña en Barcelona.

5 Considérese, sobre todo, los trabajos del doctor Onfalos acerca del tema.

6 Arduos debates se llevaron a cabo para definir el nombre de ésta civilización. Suponer que los acéfalos fueron sus dirigente y ponerle el nombre de los acéfalos, fríamente, devendría de una comprensión de que las clases dirigentes o sacerdotales pueden definir una civilización, idea con la que reñimos. Preferimos denominarla como la civilización de los acéfalos, por que ellos son nuestro principal objeto de estudio y la civilización a la que pertenecieron es sobre la que versa la presente enciclopedia.

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