lunes, 1 de octubre de 2007

Cuatro versiones de: EL CIRCO Y EL LABERINTO

Zergio
(Ilustraciones del Xavier Pino (La paz)
http://www.myspace.com/lxtx )



I
Circula entre los masajeadores la creencia en la existencia de un laberinto, cuyos intrincados pasillos imitan la textura de las arrugas de la piel. Cuentan que tan solo un amante logró salir de allí. Hábil en las artes del masaje acariciaba constantemente las paredes y el piso de aquel laberinto. Delicadamente se abrió paso por allí por donde se contorsionaba la piel, cuando ésta se estremecía ante los dedos del amante. Dio así por fin con la salida. Una abertura vaginal que le recordó un tiempo distante que ya había olvidado. Aquél amante masajeador tenía dedos de pianista. Tocaba como los dioses. Aprendió mímica. Hizo títeres. Sombras chinescas. Se dedicó al teatro. Finalmente consiguió trabajo de payaso, en un circo, como asistente del show del mago Índigo. Hasta que despertó un día con flores en lugar de sus dedos. Pudo engañar ese día a todo el circo, que se preguntó por la ausencia del payaso Samsa en el show de la tarde. Vinieron hasta su puerta el mago Índigo, su hermosa asistenta, el dueño el circo, la mujer lagarto, Juan el santo y Gaviota, reina de las alturas. Para todos al fin la misma respuesta. Que no se siente bien, que pide perdón, que hoy día se toma un descanso. el mismo día fue parido un león, descubrieron que había ratones en el circo y el elefante más viejo empezó a agonizar. Las vacas, los osos y los elefantes más jóvenes insistieron en estar cerca del anciano elefante.
El segundo día sus venas empezaron a sobresalir de su piel, endurecidas, ahora del color de la madera.
El tercer día su rostro también empezó a cambiar. Poco a poco se iba transformando en la pantalla vacía de una televisión.
El cuarto día el elefante murió; dos de los dedos del payaso se marchitaron y su cabeza sintonizó una frecuencia por la que se transmitía una voz femenina. Repitiendo insistentemente: Clava el sueño en tus ojos.
Aquel día, cerca del anochecer, el payaso se sintió tentado de creer que todo lo que le sucedía era una alucinación. Quizás las drogas que había estado probando. Quizás el estres por lo problemas que tenía en el circo. En medio de sus cavilaciones escuchó una voz que parecía venir del cielo. No te mueras, le decía la voz. Despierta payaso despierta, le decía la voz. Por un momento le pareció sentir sangre caliente en la garganta, una impotencia como de ahogado, y le pareció observar el rostro de Gaviota -reina de las alturas- observándole, envuelta en llanto. Le pareció sentir el piso frío en su espalda. Se sintió al borde de la muerte. Prefirió no hacer caso de esas alucinaciones.
Desde aquel día sabe que no tiene por qué salir de su cuarto. Se acerca a la ventana para que beban del sol sus dedos de planta, humedece sus brazos y observa al cielo. Recuerda a gaviota -reina de las alturas-, quien debió partir volando hacia un nuevo rumbo cuando clausuraron el circo, y pusieron en su lugar un inmenso supermercado.
Los masajeadores, por supuesto, ignoran el desenlace de la historia del payaso. Ellos piensan únicamente en el laberinto, y sueñan que se extravían en él cada vez que tocan la piel de un ser humano.

II
en otra versión nace un perro en lugar del león. el circo no es más un circo. Es un hotel en un barrio de la periferia de la ciudad. Aún viven allí el payaso con flores en vez de dedos, Gaviota, quien utiliza ahora su segundo nombre Felina y es una prostituta, Juan el santo, quien realiza milagros cada viernes, y Narciso, el bailarín sin ojos, quien pide limosna todos los días.
Ahora es narciso quien se pierde constantemente en los pasillos del hotel. reiteradas veces da con la noticias de que se encuentra en el edificio equivocado. La ciudad entera es un laberinto para él. nadie le ha dicho, pero en lugar de sus ojos, dios, puso un par de cerezas. Juan el santo quería devolverle este viernes a Narciso la vista. Felina se lo impidió. Gracias a ella Juan por fin abandonó la santidad.
En esta historia, el mismo día, atropellan al perro recién nacido, y llegan al cuarto del payaso, por primera vez Narciso y la prostituta. Primero llega la prostituta. Excitada por la deformidad de los dedos del payaso, le ofrece sexo sin ningún precio. El payaso siente desidia por todo lo mundano. aborrece las flores que le crecen en vez e dedos. sueña con ser pianista. Felina se tira a sus pies y empieza a tratar de bajar su bragueta. el payaso no ofrece resistencia alguna. En ese momento, accidentalmente, ingresa Narciso a la habitación, creyendo que se trataba de su cuarto. Al escuchar las voces Narciso se disculpa, aclara que creyó que se trataba de su cuarto. entonces, por los nervios que le asaltaron, pestañea. Apenas Felina observa las bellas cerezas que tiene Narciso en vez de ojos corre a lanzarse a sus pies, y sin decirle nada empieza a bajarle la bragueta. el payaso le dice a narciso que sus ojos son dos cerezas, y que él posee flores en vez de dedos. Juntos concluyen que todo parece ser culpa del santo milagroso. El payaso sujetando delicadamente un cuchillo entre las flores, sale de su cuarto en busca del santo. Felina y Narciso hacen el amor.
En la calle el payaso encuentra sentado en el suelo al santo. Quien distraido se encuentra escribiendo ésta historia. sin pensarlo dos veces el payaso clava el cuchillo en el pecho del santo, quien agoniza y muere rápida pero dolorosamente. el escritor, sin embargo, sigue vivo, aunque el personaje en el que quiso refugiarse un instante esté al fin muerto.
Consciente de que había matado al único capaz de hacer milagros en ésta historia, el payaso se pone a llorar en media calle. Ya nadie puede salvarle de las flores.
Por otro lado, Felina se ha comido las cerezas de Narciso y le ha dejado desmayado, sangrando de los ojos, desnudo, sobre la cama del payaso.

III
En la otra versión a Gaviota le empieza a escocer la espalda a la par que los dedos del payaso se convierten el flores.
Pero el sueño del payaso, ésta vez, es ser el mejor jugador de ajedrez. Las flores que le crecen en vez de dedos no le molestan. Le ayudan a mover las fichas con mayor elegancia.
Juega ahora una partida con un hombre invisible. Pero ésta vez el payaso, Gaviota y el hombre invisible, existen únicamente como tema de una pintura. El artista quiso retratar la locura de circo que le invade a la gente tras transitar la vida como un inmenso laberinto.
En primer plano se encuentra un payaso, vestido de oficinista, al que le crecen flores en vez de dedos. En segundo plano se encuentra el tablero de ajedrez, donde el caballo del payaso se encuentra a una movida de hacer jaque mate al rey del hombre invisible, quien por supuesto ocupa una silla vacía, al otro lado del tablero.
De fondo aparece la pared de un departamento reducido, el cual posee una ventana. Por la ventana se puede observar una mujer cayendo al vacío. Su nombre es Gaviota. el viernes anterior le empezó a escocer la espalda. Hoy, el día de la partida de ajedrez, está segura que en la espalda le han crecido un par de alas. Ha saltado con intenciones de volar. Volará más lejos de lo que cree, es el título que lleva el cuadro.

IV
Me han propuesto la redacción de una versión final. ahora no existiría ningún circo. Se contaría nada más sobre un reducido grupo de gitanos, quienes vagarían contando sobre la existencia de una supuesta casa de dios. Ellos afirman que no se acercan más por allí por que ahora el guardián de la casa es el mismo diablo. Pero cortésmente acceden a contar la historia de cómo llegar a dicha casa.
La casa de dios, realmente sería un laberinto. la razón por la que habría sido construida una casa tal, hecha para que la gente se pierda en ella, sería la sublime intención de retratar el rostro de dios. Una forma más de contar que la vida es un reducto del universo hecho para confundir a la gente. Una forma de explicar que aunque la incertidumbre sea perpetua el transitar por este laberinto es la meta y la cancha del juego.
En esta versión dios sería quien juega a los dados con el payaso. Ambos ignorantes de quienes son los seres a quienes les echan la suerte cada vez que hacen girar los dados. Existirían en el centro de dicho laberinto. Pero hay que ser un gitano o un artista para entrar en la casa de dios, sostienen los gitanos. Es más, el diablo únicamente deja pasar a quienes afirman que han trabajado en algún circo. Si llegas
afirmando que eres un gitano el diablo te desafiara a un baile. Y si te cansas antes que él no sólo no podrás entrar a la casa, además el diablo te sembrará arbustos de espinas en el pecho y en la espalda. las cicatrices que lleva uno de los gitanos en el pecho y en la espalda serían la prueba de que tal cosa es cierta; o la prueba de que el resultado de una disputa con cuchillos puede dar pié a la invención de tan alucinantes historias.




Ediciciones Alicia en el país del loco.
Mayo del 2005

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