viernes, 22 de mayo de 2009

In memoriam

Abraham Bohórquez. Con el rap en las venas

Hay muchos que mueren tarde y algunos demasiado pronto. Este último es el caso de Abraham Bohórquez, más conocido como “Ukamu y ke”, el lúcido joven aymara alteño que desde el underground se convirtió, sin padrinos y por méritos propios, en lo mejor que ha tenido Bolivia dentro el ámbito del hip-hop.

Con su voz áspera y potente disparaba versos y rimas como una máquina, como un manantial inagotable de palabras en contrapunto con bits -beats- electrónicos, teclados y bases rítmicas diversas que incluían instrumentos de viento andinos y charangos. Así es la música de Abraham: su fraseo vocal, conocido como rap, es simplemente inigualable no sólo por el tono sino también porque incluye en sus creaciones un genial toque vernáculo con varias canciones compuestas en aymara y algunas en quechua.

Sus letras, directas e inteligentes, siempre arrancan sonrisas y emoción, constituyendo un hip-hop alejado del estereotipo del rapero pseudo-pandillero norteamericano, ataviado con cadenas de oro y rodeado de una parafernalia de bufón a sueldo. Abraham siempre estuvo alejado de ese estereotipo comercial. Él rescató las auténticas raíces del aquél ritmo negro surgido del reggae durante los 80 en los barrios marginales de Estados Unidos, para el cual no son necesarios instrumentos o grandes despliegues aparatosos. La voz, la creatividad y la pasión son suficientes, a veces junto a una pista de bits, para crear esta música cadenciosa y poderosa acompañada con mensajes radicales de crítica social.

Abraham amó esta música y grabó dos discos excelentes dejando un tercero a medio hacer. Su creatividad desbordante constituyó un hip-hop versátil y abierto que también recurrió a la cumbia y al ragga muffi, matizado siempre con instrumentos y con toques nacional-populares.

Personalmente tuve la oportunidad de tocar con él un par de veces haciéndole los bits con una batería acústica. Hace sólo dos semanas estábamos juntos aquí en Cochabamba, y mientras los hi-hats, el bombo y la caja emanaban los ritmos base Abraham derrochaba sus conocidos versos inventando también nuevos con su gran capacidad de improvisación durante varias noches inolvidables. Su carisma en el escenario infundía un ardor incontenible y su talento fue reconocido por propios y extraños como cuando Manu Chau y Bersuit -entre otros grandes- lo invitaron a cantar en vivo junto a ellos, o como cuando ciertas instancias le pagaron dos giras por Venezuela y Ecuador.

Quienes lo conocimos directamente coincidimos en afirmar en que él irradiaba una energía inexplicable sin perder nunca la humildad. Su rostro se iluminaba cada que sonreía y su modo especial de carcajear generaba ternura y contagiaba jovialidad. Su trato sencillo y sincero, heredad de sus orígenes aymaras, era una característica especial en su persona, un rasgo que imponía respeto y establecía cariño. Pese a su ascendente fama la jactancia fue algo desconocido para él.

Desbordante de vitalidad, Abraham fue el eje en torno al cual el hip-hop en El Alto y en todo el país salió recientemente a la luz pública con toda su originalidad y fuerza expresiva. Sin embargo este maestro nos ha dejado: el miércoles pasado su cuerpo de 26 años de edad fue hallado sin vida en El Alto y sus restos fueron velados en el centro cultural Wayna Tambo de la ciudad aymara, lugar en el que trabajaba y emitía un programa de radio.

Nos has dejado prematuramente Abraham, hermano del alma. El destino te ha hecho una mala jugada. Pero siempre vivirás en nuestros corazones. Siempre te recordaremos, armado o no de tu micrófono, destilando versos y rimas junto a bits reales o inmanentes. Tu ausencia es irreparable. Tu falta es una catástrofe. No obstante, tu legado es inconmensurable. Ya eres un gran mito trascendente. El mejor cantante de hip-hop del país. Un hito en la música contemporánea de Bolivia. Sé que tu ejemplo inspirará a generaciones enteras durante los próximos decenios. Rindo a tu memoria este pálido homenaje.

huascar.

1 comentario:

Cachorro tierno dijo...

Paz en la tumba de Abraham