lunes, 3 de octubre de 2011

Salimos de rurre, más sobre la marcha por el tipnis‏

Aquí una crónica de primera mano sobre la situación de la marcha por el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure)








Salimos de rurre (Rurrenabaque localidad situada en el departamento del Beni, Bolivia) . Estamos tan cerca de las montañas. Su presencia se impone. Su fuerza nos protege. Caminar por los llanos, huir de la policía en los llanos, luchar en las tierras bajas, es cosa muy distinta para nosotros; que caminamos entre montañas. Al atravesar los cerros, al empezar las subidas y las bajadas el animo de los marchistas varía. Acostumbrados a andar en lo plano su cansancio es mayor. Mientras que el cansancio de los montañeses disminuye. Hay que ver que distinto es todo aquí. La sola presencia de la montaña da fuerza y protección, da animos. El avance de la marcha se nota más. Ya ingresamos en las montañas. Ya las atravesamos. Ya atravesamos el ancho río que los humanos escogieron como frontera. Ya salimos del beni. Ya entramos a la paz. Parados frente a aquella ilusoria frontera la columna de marchistas entona el himno nacional de bolivia. Palabras alusivas al caso, gritos de fuerza, un instante de solemne quietud y la marcha sigue. Algunos marchistas nos quedamos sobre el puente que une y separa a ambos departamentos. Parece ser tierra de nadie. A un lado un cartel anunciando la paz (Departamento de La Paz, Bolivia ). al otro lado un cartel anunciando al beni (Departamento del Beni, Bolivia). al medio nada. un pedazo de concreto suspendido sobre el flujo de un río que no deja de pasar, que siempre está ahí y sin embargo no deja de irse. Hay un goce extraño en el estar allí. Boleamos (o pijchamos). Fumamos. Challamos. Charlamos. Los animos crecen porque la marcha continua. Hay alegria porque los compañeros desaparecidos aparecen. Hay rastros de dolores por la golpiza d elos pacos. hay profunda indignación, por haber atestiguado nuevamente que el poder, que la insensata violencia del estado, se ensaña más con los más vulnerables. Hombres, ancianos, niños, mujeres, no importa su clasificación, el poder golpea a los puntos más debiles porque no le interesa medirse de igual a igual. A toda costa el estado debe ser siempre el más poderoso. Por eso agrede así, con esa cruel ventaja, con esa soberbia alevosía. El apoyo de la población en general llena nuestros corazones. Confiamos en que no sea efimero. Contamos con que su apoyo no sea solidario. Suponemos que ahora si se ha entendido que la defensa del tipnis es cuestión de todos en el planeta. Dicho no de una forma retorica, ni idealista. Aquí defendemos la herencia de la vida que el mundo moderno aún no pudo tocar. Defendemos los restos de selva que nos quedan. Defendemos las sobras de cultura indigena selvática que nos quedan. Defendemos la posibilidad de mandar a la mierda la ciudad y sus frivolidades para adentrarnos en el monte espeso y sin garantías. Defendemos más que todo aquello que las letras y los papeles puedan intentar decir. Los dieciseis puntos del pliego petitorio nisiquiera son conocidos a fondo por muchos seguidores de la causa. Quizás no lo consideremos necesario. Cualquier plataforma de dialogo es puramente técnica, cuestión formal, de relacionamiento con el estado. Nosotros sabemos que la decisión final no la tiene el estado. sabemos que la decisión que pueda tomar el estado no es la gran cosa. EL poder puede decidir no agredirnos por un rato. Podemos orillarlo a eso. Lo cual significaría que no haya persecusiones políticas a bases ni dirigentes, que no haya carretera en el tipnis, y que se permita a la marcha llegar íntegra a la paz. Pero más allá de eso el estado nada puede hacer. El estado no va mejorar nuestras vidas. el estado no va salvar al tipnis ni a la amazonia. el estado solo puede esperar a su proxima oportunidad de aprovecharse de los recursos de la región. Pero la gente, nuestros corazones, el mundo, los animales, podemos tomar cierta conciencia mucho más util. podemos partir por enterarnos que es el tipnis. continuar entendiendo su riqueza étnica y su riqueza natural. podríamos incluso llegar a valorar la existencia de ese espacio en relación al aire, el agua, las plantas, animales, frutas, que nos da. Y quien sabe, quiz´ças podríamos llegar a criticar levemente nuestra asquerosa y frivola vida urbana contrastandola con las posibilidades que la selva incógnita nos ofrece. Espero que algo de todo eso pase. Por lo pronto, debemos conformarnos con pedirle al estado que no nos agreda, esperar el apoyo de todas las personas que sólo son agredidas en un segundo o tercer grado con esas agresiones que para nosotros son sangre, dolor y posibilidad de muerte. Quizá podamos pedir más compromiso. esperamos que no sea mucho pedir.


03.10.11

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